Don Enairo había nacido en la calle Venezuela del barrio El Saladillo de Maracaibo, y durante 41 años fue el encargado de limpiar, restaurar y cuidar las joyas de nuestra Virgen de Chiquinquirá.
Cuando era joven sus padres le presentaron varias opciones para que las desarrollara como profesión, entre ellas: sastrería, carpintería y zapatería, pero en ninguna se sintió a gusto, y es así cuando a partir de 1939, empieza a desarrollar el arte de crear joyas.
Villasmil también se encargaba de guiar a los jóvenes de su comunidad en el deporte, constituyendo con la ayuda de los representantes de la Basílica, un equipo de Béisbol al que denominó Amparo.
En una reunión con los padres de esos jóvenes, apareció el entonces padre Roberto Lückert, quien le preguntó que cuál era su profesión, a lo que don Enairo contestó rápidamente, que él era joyero, y desde ese momento, el hoy monseñor Roberto Lückert, le confió el puesto de "Joyero de la Virgen".
Hoy, desde El Zuliano Rajao, recordamos a don Enairo Villasmil, un zuliano digno de admirar.
Este fiel servidor de Dios, asegura que así como la Chinita lo escogió a él, escogerá a su sucesor. Confiesa que cada vez que va a limpiar las joyas, le pide permiso a la Madre de Dios.
.- “Mi historia con la Virgen de Chiquinquirá empieza desde niño”, Don Enairo Villasmil comenta que cuando era joven, sus padres intentaron enlazarlo con muchas actividades, sastrería, carpintería, zapatería y ninguna lo enganchó.
De allí, finalmente cuando le presentaron la joyería a mediados del año 1939, se enamoró del arte de confeccionar joyas.
Seguidamente, inició cursos de pedrería en el taller de Manuel Fuenmayor.
Al mismo tiempo, Enairo Américo Villasmil Sánchez, que cuenta hoy con 80 años, 40 de ellos sirviendo a la Chinita, emprendió el camino comunitario en su parroquia.
Se encargaba de guiar a los jóvenes que no estaban siguiendo el mejor camino, constituyendo así un equipo de béisbol apoyado por la Basílica, al que llamó “Amparo”, para refugiarlos y alejarlos de las malas compañías.
.- “A mí me gustaba hablar con las madres para orientarlas y la idea de este equipo era ver si los muchachos ocupaban su tiempo en el deporte y no estuvieran por allí sin hacer nada", refirió Villasmil.
Este servidor de la Chinita cuenta que en una reunión de padres y representantes de los jóvenes, apareció, el para entonces, Padre Roberto Lückert, quien movido por la curiosidad le preguntó cuál era su profesión; sin titubeos y a mucha honra Don Enairo le respondió:
.- Soy joyero.
Es así como cerca del año 1972, Lückert pone en las manos de Enairo el brillo radiante de la Virgen Morena.
.- “Vos sois el hombre que yo necesito. Desde mañana vais a empezar a ir a la Basílica, pa’ que te encarguéis de todo lo de la Virgen” - le dijo el sacerdote al humilde hombre.
La Virgen lo escogió
En el primer encuentro del joyero con La Chinita, éste sintió que la Virgen lo había elegido para que se encargará de limpiar, cuidar y conservar sus reliquias.
Recuerda que cuando tuvo acceso a la corona, al trono y al cetro de la Patrona de los zulianos, los mismos presentaban muestras del poco cuidado profesional que le habían dado. La Corona y la base, para ese entonces, eran de bronce y según lo que relata Don Enairo, si no se limpiaba diariamente aparecía un color verdoso que no era agradable a la vista.
Debido esta situación, Lückert le encomendó a Enairo Villasmil rehacer la Corona en acabado de oro 18 quilates, pero en vista de que en la ciudad no existía la tecnología para hacerla, la mandaron a confeccionar en el exterior.
Ante la inquietud de, quién puede sustituirlo en tan importante y delicada labor cuando ya no pueda encargarse del mantenimiento de las reliquias de la Patrona del Zulia, Villasmil comentó que le hubiese encantado que fuera su hijo mayor a quien le fascinaba el mundo de la joyería, pero lamentablemente falleció.
.- “Yo creo que así como la Virgen me eligió a mí, ella escogerá a otro servidor. Ella sabrá muy bien a quién encomendar la misión”, dijo con nostalgia Dos Enairo, al tiempo que comentó que le gustaría que sus nietos se encargaran, pero no dominan el arte de la pedrería.
Un día en la vida de Enairo
Casi mitad de siglo profesando la fe mariana, lo ha convertido en un empleado de Dios.
Bien tempranito en la mañana, Don Enairo se prepara para ir a la casa de su madre Chiquinquirá. A su llegada la saluda con ese fervor que corre en sus venas y levanta sus rezos y oraciones por su familia, amigos y por la paz del país.
Seguidamente, se dirige a la oficina donde se guardan las limosnas que se recogen en la tarde y en la noche, éstas son depositadas en un cajón y colocadas en debido orden.
.- “Gracias a la confianza que me tienen en la Basílica me permiten hacer esto y tener acceso a todo”, comentó con orgullo Villasmil.
Con esa voz pausada que caracteriza a un abuelito de 80 años, pero con la firmeza de saber que ha cumplido a cabalidad la misión encomendada, Don Enairo dijo que entre sus responsabilidades está la de acomodar los milagritos que la feligresía le lleva a la Patrona del Zulia, en agradecimiento por los favores recibidos.
El párroco de la basílica, Eleuterio Cuevas, refirió que Enairo Villasmil cumple tres principales funciones dentro de la Iglesia. Primero, clasifica los milagros que los zulianos le ofrecen a la China; segundo, repara y confecciona todas sus joyas; y la más importante, profundiza en el estudio de la devoción de la voluntad popular, como buen mariano y saladillero que es. Zafiros y rubíes
La corona de la Virgen está compuesta por 160 piedras entre esmeraldas, rubíes y zafiros; mientras que el Cetro contiene 124 piedras de las mismas categorías y es de oro 18 quilates. Su procedencia no está bien clara, pero Don Enairo dice que al parecer fue confeccionada en Alemania.
La limpieza de esta prenda preciosa se hace tres veces al año. El día de la bajada, que es el último sábado octubre, el 18 de noviembre y el primer sábado diciembre.
Al momento de asear el cetro, el párroco de la Basílica saca la tablita del camarín y se la entrega Enairo Villasmil para que ejecute el trabajo que hace desde hace 40 años.
.- “Yo agarro la tablita y le pido permiso para poderla limpiar, porque a veces no se deja.” manifestó el ángel guardián de la Chinita, al tiempo que destaca que cada año que limpia las joyas de la Patrona del Zulia, ocurren cosas especiales y únicas.
Y mientras prepara los utensilios para limpiar las prendas de la Virgen Morena, su joyero le pide que le conceda una nueva oportunidad para seguirle sirviendo como lo ha hecho durante 40 años.
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